Cuando Cleo volteó a ver su espejo, sintió que alguien la observaba. ¿Por qué habría de ser así? Su alcoba estaba perfectamente vigilada, era prácticamente imposible que alguien pudiera estar dentro. «Cleo, eres una De Nile, ¡debes tener los pies en la arena! Todo son alucinaciones tuyas» pensó para sus adentros. Pero no eran alucinaciones. …